Corriere della Sera
Por Paola De Carolis
Las búsquedas de Madeleine McCann, la niña de tres años desaparecida en 2007 mientras estaba de vacaciones en Portugal con su familia, se reanudan con nueva urgencia. El martes, varios agentes alemanes llegaron a la localidad de Praia da Luz para rastrear la zona junto a la policía portuguesa. La Policía Metropolitana de Londres está al tanto de la operación y sigue su desarrollo.
A los investigadores se les ha concedido permiso para revisar terrenos y edificaciones en manos privadas. En particular, las nuevas investigaciones se centran en la zona entre el Luz Ocean Club —donde se hospedaba la familia McCann la noche del secuestro de Maddie— y el cobertizo donde vivía en aquella época el ciudadano alemán Christian Brueckner, considerado el principal sospechoso en el caso de la niña.
En concreto, los agentes están inspeccionando dos pozos ubicados a unos 10 minutos en coche del lugar donde Maddie desapareció. No está claro qué elementos han motivado la reapertura del caso, pero las búsquedas actuales deberían durar tres días.
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La supuesta confesión de Brueckner
“Sé lo de Maddie, estaba cerca del hotel en ese momento. Yo vivía cerca. No voy a decir nada más. No soy un tipo estúpido, soy un hombre de negocios“. Así lo aseguraba Nakscije Miftari, ex novia de Christian Brueckner, principal sospechoso de la desaparición de la niña británica. En una entrevista en “The Mail on Sunday”, Miftari explica que Caso Madeleine: Brueckner reconoce que estaba cerca del apartamento el día de la desaparición. Cuando la preguntaron si sabía algo del caso, se negó a responder, se quedó callado. Cuando se quedaron solos, le pregunto directamente por Maddie y dijo: “Sé lo de Maddie, estaba cerca del hotel en ese momento. Yo vivía cerca. No voy a decir nada más. No soy un tipo estúpido, soy un hombre de negocios“.
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Así es Christian Brueckner, el voraz y violento depredador sexual obsesionado con las niñas de corta edad
Gracias a la labor de investigación se ha podido saber que el ahora imputado por la desaparición de Maddie fue adoptado y vivía en una familia con una disciplina muy estricta. Su padre adoptivo sufrió un grave accidente de tráfico, que le dejó muchas secuelas e impedía que la familia pudiera cuidarle, por lo que acabó en una institución religiosa. Tenía 14 años. A los 16 cometió su primer delito. El primero fue un allanamiento en el año 1992. Poco más de un año después, con tan sólo 17 años, fue condenado a dos años de prisión por abusar sexualmente de dos niñas de 6 y 9 años, pero escapó de las autoridades y en 1995 se refugió en Portugal, donde continuó su carrera delictiva y dónde los investigadores sospechan que cometió numerosos abusos sexuales que no fueron denunciados.
Durante los años siguientes, Brueckner se movió por todo el sur de Portugal, cambiando de coche habitualmente y ganándose la vida con el trapicheo de droga, robo de combustible y la compra-venta de vehículos usados. También pasó temporadas en Alemania, donde compró un par de propiedades de campo aisladas y trabajó en un bar.
A pesar de las autoridades tenían constancia de que era un pedófilo, no fue detenido hasta el año 2017. Ese año, una noche del mes de junio, se acercó a un parque infantil junto al que unas familias estaban de celebración. Los niños jugaban en el tobogán. Brueckner se metió en el castillo que había debajo del columpio, se bajó los pantalones y comenzó a masturbarse. Una niña de ocho pasó cerca de él, lo vio y salió corriendo para avisar a los adultos, que lo rodearon e inmovilizaron hasta que llegó la Policía. Nunca fue condenado por ello. Pocos meses después fue extraditado a Alemania para ser juzgado y condenado por un delito de tráfico de drogas.
Pero, ¿qué pasó durante las dos décadas que transcurrieron desde que llegó a Portugal y fue extraditado? Durante ese tiempo, el principal sospechoso no sólo siguió trapicheando con drogas sino que continuó cometiendo abusos, grabándolos y compartiéndolos con otros pedófilos.
A su llegada al Algarve, alquiló una casa de campo que utilizó como centro de operaciones para grabar material. Hasta allí llevaba a los menores, donde abusaba de ellos, en ocasiones incluso con su madre. Entre el material incautado por la Policía en uno de los numerosos registros de sus propiedades había una imagen de Brueckner sentado en una silla, con una niña encima y una mujer que debía ser su madre, al lado. La foto sería una más de cualquier álbum familiar a no ser por que el alemán tenía los pantalones y la ropa interior bajados.
La casa fue visitada por muchos de sus amigos y en sus reuniones se jactaba de sus robos en los apartamentos turísticos y en ocasiones hablaba de sus fantasías sexuales con niños.
Un testigo de 54 años que pasó por la casa de campo llamada “la vieja escuela” indicó a las autoridades que tenía un centenar de pasaportes sobre la chimenea, apilados en tres montones, que había obtenido en sus robos, como si le gustara llevarse un trofeo de cada apartamento que asaltaba. Como también ha pasado con otras personas que lo conocieron cuando conoció que había sido condenado por delitos sexuales contra menores, tuvo claro que fue el responsable de la desaparición de Madeleine: “Estoy 100% seguro de que fue él. Creo que la encontró por casualidad y la tomó en el calor del momento”, dijo en una entrevista a un medio británico.
Cuando el recientemente imputado abandonó la vieja escuela, dejó todo patas arriba. Como si hubiera salido huyendo. Dentro dejó numeroso material informático, bolsas llenas de juguetes y ropa de niños y mucha basura. Brueckner no quería que las autoridades supieran que vivía allí y de hecho, cuando fue juzgado por un robo de combustible le dijo al jurado popular que vivía en una caravana a pesar de que el no tener un lugar de residencia fijo le podría suponer una condena mayor.
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¿Puede ser Brueckner el hombre visto hasta tres veces cerca del apartamento de Madeleine McCann?
El 3 de mayo de 2007 Madeleine McCann desapareció sin dejar rastro de un apartamento del complejo Ocean’s Club de la localidad portuguesa de Praia da Luz mientras sus hermanos dormían en la habitación de al lado y su padres cenaban con otros amigos en el restaurante “Tapas”, situado en el complejo a escasos metros del la habitación.
Varios testigos indicaron que habían visto hasta en tres ocasiones a un hombre cerca del apartamento 5A a lo largo de esa tarde. Madeleine desapareció entre las 21 y las 22 horas de esa noche. Los testigos describieron al sujeto como un hombre de pelo largo, delgado y con una característica muy especial: tenía la mandíbula y los dientes prominentes. Además, la mujer del matrimonio amigo de los McCann dijo que vio cómo un hombre se alejaba del complejo con un niño en pijama en brazos.
Sin embargo, ese retrato robot vuelve de nuevo a la actualidad y puede convertirse en una pieza clave en el caso al descubrirse que Brueckner viajó a Würzburg, en la región alemana de Baviera, seis meses después de la desaparición de Maddie y se sometió a una cirugía reconstructiva que le cambió el aspecto completamente y acabó con su cara “de conejo”, tal y cómo describió una niña a un pedófilo que se acercó a ella para masturbarse apenas tres semanas antes de la desaparición de la menor británica