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The Washington Post:Trump hace sonar los tambores de guerra para una acción directa en Venezuela

por Redacción web

El gobierno ha desplegado buques de guerra, aviones y tropas en el Caribe con el pretexto de operaciones antidrogas. Algunos observadores consideran que el objetivo final es derrocar al presidente venezolano Nicolás Maduro.

Actualizado: 22 de octubre de 2025, 5:48 p.m. EDT

Duración estimada de lectura: 12 minutos

Por Karen DeYoung, Warren P. Strobel, Susannah George y Ana Vanessa Herrero/The Washington Post

Por su propio recuento, el presidente Donald Trump ha “resuelto” ocho guerras —desde la Franja de Gaza hasta el sudeste asiático— durante sus nueve meses en el cargo. Pero, en un lugar mucho más cercano a casa, ahora parece decidido a iniciar una.

Con decenas de buques y aviones de guerra, y miles de tropas estadounidenses recientemente desplegadas en el mar Caribe, Trump ha declarado un “conflicto armado” contra los grupos de narcotráfico que ha designado como terroristas internacionales. Los ataques aéreos estadounidenses han destruido al menos siete embarcaciones que, según Trump, transportaban drogas desde Venezuela hacia Estados Unidos, matando a decenas de presuntos traficantes en el proceso.

También ha firmado una “autorización” para operaciones encubiertas de la CIA en Venezuela y ha acusado a su presidente, Nicolás Maduro, de haber sido elegido ilegítimamente y de dirigir un cartel de narcotráfico.

Trump explicó: “Lo autoricé por dos razones. Venezuela fue el peor abusador de las políticas de fronteras abiertas bajo la administración Biden, vaciando sus prisiones e instituciones mentales hacia Estados Unidos. La otra razón son las drogas… tenemos muchas drogas que vienen de Venezuela”.

Cuando se le preguntó si había autorizado a la CIA a “eliminar” a Maduro, respondió: “Sería una pregunta ridícula para mí responder. Pero creo que Venezuela está sintiendo la presión”.

La portavoz de la Casa Blanca, Anna Kelly, se remitió a las declaraciones públicas del presidente al ser consultada sobre su política hacia la región. Añadió que “estos ataques decisivos han sido contra narcoterroristas designados que traen veneno mortal a nuestras costas, y el presidente continuará usando todo el poder estadounidense para detener el flujo de drogas y llevar a los responsables ante la justicia”.

Trump ha dejado claro que planea ir más allá de destruir embarcaciones, afirmando que “los detendremos por tierra” en Venezuela. Según fuentes internas, un ataque terrestre inicial sería probablemente una operación dirigida contra campamentos o pistas clandestinas de presuntos narcotraficantes, más que un intento directo de derrocar a Maduro.

Algunos sostienen que los despliegues y ataques marítimos son una forma de guerra psicológica para provocar divisiones en las fuerzas armadas venezolanas o presionar a Maduro para que renuncie. Sin embargo, Trump no ha hecho nada para disipar los temores de que Estados Unidos pueda lanzar una operación militar a gran escala.

Habiendo declarado la guerra a los “narcoterroristas” y designado a Maduro como líder de uno de esos grupos, “realmente no hay vuelta atrás a menos que Maduro deje el poder”, dijo una fuente entrevistada.

La mayoría de las drogas ilícitas que ingresan a Estados Unidos —y prácticamente toda la fentanila— no provienen del Caribe ni pasan por él, sino que llegan por la costa del Pacífico o por tierra desde México, según expertos del gobierno estadounidense y de la ONU. Venezuela suele ser utilizada como punto de tránsito por los grupos guerrilleros colombianos, principalmente el ELN.

El Cartel de los Soles, designado como organización terrorista por la administración Trump y supuestamente encabezado por Maduro, estaría conformado por altos mandos militares y funcionarios del régimen que facilitan y se benefician del narcotráfico y otras actividades criminales.

Aunque el documento firmado por Trump no ordena explícitamente derrocar a Maduro, autoriza acciones que podrían conducir a ese resultado. La CIA ha incrementado su presencia en la región para recolectar inteligencia humana y electrónica, mientras el Pentágono ha desplegado fuerzas de operaciones especiales, incluyendo unidades de helicópteros de élite.

“Estados Unidos está en un punto de inflexión: Washington debe decidir lo que realmente quiere”, dijo Geoff Ramsey, experto en Venezuela del Atlantic Council. “El presidente llegó al poder prometiendo acabar con las guerras interminables, pero ahora parece estar liderando la más larga de todas: la guerra contra las drogas”.

Expertos advierten sobre el riesgo de una escalada militar (“mission creep”). Aún no está claro si las acciones de Trump buscan frenar el narcotráfico, derrocar a Maduro o marcar un giro estratégico hacia América Latina.

El exsubsecretario de Estado Tom Shannon advirtió: “Si comienzan ataques terrestres dentro del territorio venezolano, especialmente con fines políticos, esto escalará enormemente. La administración no está siendo clara con el pueblo estadounidense sobre lo que está haciendo”.

Mientras tanto, el almirante Alvin Holsey renunció la semana pasada como jefe del Comando Sur de EE.UU., menos de un año después de asumir el cargo. Analistas atribuyen su salida al descontento con las operaciones en el Caribe. Críticos argumentan que los ataques violan las leyes de EE.UU. e internacionales y carecen de justificación legal creíble.

Más ampliamente, el gobierno ha dicho que busca reorientar la política exterior estadounidense hacia el hemisferio occidental, haciendo de la defensa del territorio nacional y sus alrededores una prioridad. Sin embargo, dentro del propio estamento militar hay molestia, pues muchos líderes aún consideran a China como la principal amenaza de seguridad nacional.

Algunos legisladores, como el senador Tim Kaine, han calificado la política hacia América como “un revoltijo” sin estrategia coherente: “Estamos llevando a cabo acciones militares en el Caribe y ofreciendo 20 mil millones de dólares a Argentina si sus elecciones salen bien. ¿Dónde está la lógica?”.

Trump también ha reforzado sus vínculos con gobiernos aliados en la región, incluyendo Argentina, Paraguay y Ecuador, premiando a los que se alinean con sus políticas y su visión “MAGA”./

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