Entre rumores y tensiones, el nombre del cardenal Pietro Parolin sigue destacando. Lo describen como «muy sereno, como si nada de esto le afectara». Sin embargo, está en el punto de mira de dos frentes: los sectores más fieles a Francisco, que lo acusan de no apoyar del todo el método sinodal, y los conservadores, molestos porque fue secretario de Estado con el aval del Papa saliente.
El embajador de Hungría ante la Santa Sede desmintió ayer rumores sobre un presunto pacto previo entre el cardenal húngaro Péter Erdő y Parolin, lo cual estaría prohibido por la Constitución Apostólica, al igual que los «paquetes de votos». Incluso el llamado final a la paz, pronunciado por Francisco en su despedida, ha sido interpretado por algunos como un impulso al cardenal de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa.
Así, entre intrigas, dudas y expectativas, los cardenales se preparan para encarar el “fuori tutti” —la expresión con la que se da inicio al aislamiento en la Capilla Sixtina— para decidir el rumbo de la Iglesia Católica.