Este 11 de mayo, el Día de las Madres no es solo una fecha en el calendario. Es un suspiro al cielo, un “te amo” con voz temblorosa, un abrazo apretado a quien todavía camina a nuestro lado… y una lágrima suave por quien partió, pero nunca se fue del corazón.
A todas las madres —las que están en la tierra y las que habitan en el cielo— hoy les rendimos homenaje. Porque el amor de una madre no conoce fronteras, ni siquiera las del tiempo.
En cada flor que se coloca sobre una tumba, en cada carta escrita con tinta y nostalgia, en cada oración pronunciada con los ojos cerrados, hay una historia de amor que no termina. En lugares como el Cementerio, familias enteras se reúnen entre flores y recuerdos para decir: “Gracias, mamá, por seguir cuidándonos desde donde estés”

En otras partes del mundo, como en Parral, México, los pasillos de los cementerios se llenan de música, risas y lágrimas compartidas. Las madres ausentes son recordadas con guitarras, versos y una certeza: el amor no muere
Y para quienes aún pueden besar la frente de su madre y sentir el calor de su mano, este día es un tesoro. Es la oportunidad de decir lo que a veces el ritmo de la vida nos impide expresar: “Te amo, gracias por todo, y perdón por tanto.”
No todas las madres están en la misma forma, pero todas viven en el mismo lugar: el alma.
Las palabras a veces no bastan, pero algunas frases logran acariciar el recuerdo:
• “Mamá, aunque ya no te vea, te siento en cada paso que doy.”
• “Gracias por cuidarme desde el cielo, como lo hiciste en la tierra.”
• “Si tengo fuerza, es porque primero me la diste tú.”
Y la música, como siempre, dice lo que a veces calla el corazón. Canciones como “Los Caminos de la Vida” o “El Retrato de Mamá” son himnos para quienes aman más allá del tiempo
Hoy no solo celebramos a las madres. Celebramos el amor más puro que existe. Y, en silencio o en voz alta, todos llevamos el mismo pensamiento:
“Feliz Día, mamá. Aquí o en el cielo, te amo con todo mi corazón.”