La escalada arancelaria impulsada por el presidente Donald Trump ha desatado una contundente respuesta de China, que no solo rechazó la medida, sino que la calificó como un “ataque directo” a su economía. Desde la Embajada de China en EE.UU., Pekín advirtió: “Si lo que Estados Unidos quiere es una guerra, ya sea una guerra arancelaria, una guerra comercial o cualquier otro tipo de guerra, estamos dispuestos a luchar hasta el final”.
El gobierno chino también acusó a EE.UU. de utilizar el problema del fentanilo como una “excusa endeble para aumentar los aranceles”, afirmando que las sanciones no resolverán la crisis estadounidense y solo afectarán la cooperación bilateral.
Ante la imposición de nuevos aranceles del 20% sobre los productos chinos, China respondió con gravámenes de hasta el 15% a exportaciones agrícolas de EE.UU., además de ampliar restricciones a empresas estadounidenses.
En un mensaje desafiante, Pekín dejó clara su postura: “La intimidación no nos asusta… no funciona con nosotros”.