Una caravana de migrantes, en su mayoría venezolanos, que había cruzado de Costa Rica a Panamá, se vio obligada a regresar a su país de origen debido a las dificultades de la travesía y al endurecimiento de las políticas migratorias de Estados Unidos bajo el segundo mandato del presidente Donald Trump.
El martes 12 de febrero, agentes de la policía panameña impidieron el paso de la caravana a solo cinco kilómetros de la frontera con Costa Rica, obligando a los migrantes a retroceder hacia territorio costarricense, donde se les sometió a un proceso de repatriación ordenado.
Declaraciones de los Migrantes
Uno de los migrantes, quien prefirió no identificarse, expresó su frustración: “Fuimos a buscar un sueño y una misión que no se pudo cumplir y ahora vamos de regreso a casa de nuevo.” Otros señalaron que decidieron regresar debido a “la situación en Estados Unidos” y el temor a las duras políticas de deportación impuestas por el gobierno estadounidense.
Andrés Paredes, un migrante venezolano, comentó: “Nosotros lo que queremos es pasar, irnos a nuestro país, pero regresamos por miedo a sufrir hambre y dormir en las calles sin poder llegar a Estados Unidos.”
Acciones de las Autoridades
Antes de que se les impidiera continuar su viaje, los ministros de Seguridad de Costa Rica y Panamá habían acordado que los migrantes serían enviados a un albergue en territorio costarricense, donde pasarían por controles biométricos. Posteriormente, serían repatriados a Venezuela por vía aérea o marítima.
El ministro de Seguridad de Costa Rica, Mario Zamora, aseguró que el objetivo es “garantizar un flujo migratorio ordenado, legal, humanitario y seguro”.
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