Este sábado, la Escuela Bolivariana Marta González, en la parroquia Santo Domingo, se convirtió en el centro neurálgico para la recepción y distribución de ayuda humanitaria, como respuesta a las intensas lluvias del pasado 24 de junio que afectaron gravemente a las comunidades del páramo.
Desde tempranas horas de la mañana, el primer camión con insumos llegó desde la ciudad de Valencia, cargado con agua potable, alimentos, medicinas, ropa, juguetes, colchonetas y otros artículos de primera necesidad. La solidaridad de los voluntarios organizados dio impulso a una jornada marcada por la esperanza.
Poco después, un segundo vehículo con provisiones reforzó el centro de acopio, ampliando la ayuda destinada a las zonas más altas y fortaleciendo la cadena de apoyo comunitario. Pasado el mediodía, los trabajos de maquinaria en el sector El Bao, metros abajo de la Casa del Pastel, permitieron reabrir parcialmente el paso, habilitándolo —aunque de forma restringida— para motorizados y vehículos de emergencia. Esta reapertura fue clave para continuar con la distribución de la ayuda.
Aprovechando esta habilitación, un grupo de motorizados de la parroquia Santo Domingo emprendió el trayecto hacia la población de Apartaderos, trasladando insumos a comunidades de difícil acceso y demostrando el compromiso colectivo ante la emergencia.
Hacia el final de la tarde, un tercer camión cargado con ayuda humanitaria llegó a Santo Domingo, completando así una intensa jornada de movilización, esfuerzo conjunto y solidaridad.
Cada entrega cuenta. Cada gesto lleva consigo el aliento de quienes creen que la unión en la adversidad es el camino. La comunidad de Cardenal Quintero, también afectada por las lluvias, continúa demostrando que su verdadera fuerza es la solidaridad.