
Más de 5.5 kilómetros caminaron cientos de feligreses merideños durante la cuadragésima edición del Viacrucis de la Montaña que este año, para conmemorar los 40 años de la visita de Juan Pablo II a Mérida, cambió su ruta desde la sede del arzobispado, en el centro de la ciudad, hasta la parroquia Jesús Maestro de La Hechicera, lugar donde el Papa Viajero presidió una multitudinaria eucaristía hace ya cuatro décadas.

Eduardo Gotopo, sacerdote a cargo de la Pastoral Juvenil y organizador del viacrucis, afirmó que al peregrinar por la ciudad «podemos experimentar también el paso que da Dios en nuestras vidas» e invitó a los participantes a caminar con fe, a reflexionar y a hacerse parte de una actividad que ya forma parte de las tradiciones más arraigadas del pueblo católico merideño.

En ese sentido, monseñor Helizandro Terán afirmó que esta edición del viacrucis es más que un recorrido enmarcado en el inicio de la Semana Santa.

«Hemos querido que esta edición del viacrucis sea también un recuerdo amoroso hacia su Santidad el Papa San Juan Pablo II, que hace 40 años visitó estas tierras merideñas (…) Les animo a que recorramos este viacrucis con un espíritu de fe, sabiendo que compartimos el mismo destino que Jesús de Nazareth. Debemos ser sus discípulos, debemos acompañarle en esta vía dolorosa, también para llegar con él a la gloria de la Resurrección», señaló el Arzobispo Metropolitano de Mérida.

El recorrido empezó pasadas las 8 de la mañana; la feligresía bajó por la Avenida Bolívar (Av. 4), cruzó en la calle 25, para posteriormente subir por la Avenida 3, continuar por la Avenida Universidad hasta llegar a la calle principal de los Chorros de Milla, subió hasta la ramificación que conduce al Parque Zoológico Chorros de Milla, desviándose al Complejo Deportivo Dr. Pedro Rincón Gutiérrez de la ULA, donde Monseñor Helizandro Terán presidió la eucaristía.

Durante las 14 estaciones que conforman el viacrucis, diferentes grupos de Pasión Viviente de varias parroquias de Mérida y Ejido, escenificaron los pasajes bíblicos que llevaron a Jesús desde su condena frente a Herodes y Pilatos hasta su muerte en la cruz.
Una promesa personal de más de 30 años
Rafael Uzcátegui lleva más de 30 años participando en el viacrucis como una forma de promesa personal. Su devoción hacia Juan Pablo II lo ha llevado a ser parte de estos recorridos con los que reafirma su fe.

Recuerda que en los primeros años, una vez finalizado el viacrucis hasta la estación La Montaña del teleférico, la empresa disponía la logística necesaria para que los feligreses bajaran en las cabinas.

«Para mí es una aventura participar en el viacrucis de montaña, especialmente este, con esta connotación de la visita de San Juan Pablo II. A él agradezco su intercesión para estar hoy aquí (…) mientras Dios me dé vida y salud, mi intención es seguir participando en estas actividades santas», afirmó Uzcátegui.
El padre Reinaldo Muñoz, uno de los primeros organizadores del viacrucis
En el año 1985, cuando Juan Pablo II visitó Mérida y se realizó el primer viacrucis de la montaña, Reinaldo Muñoz vivía sus primeros años de seminarista.

Desde hace más de 36 años, el padre Reinaldo Muñoz ha estado vinculado con la organización del viacrucis. Primero como seminarista y después como vicario de pastoral juvenil.

«Hoy nos motiva ser una Iglesia en salida, como lo pide el Papa Francisco. Revitaliza también nuestra esperanza, que es lo que nos pide el Santo Padre, no solo como iglesia universal, sino también para Venezuela, que tanto lo necesita (…) necesitamos gente que camine, que se reconcilie, que derribe los muros que hoy nos separan y creo que este viacrucis de hoy es una manifestación viva de la fe», dijo el sacerdote.
Más que una caminata, un examen de conciencia
Durante la eucaristía, Monseñor Helizandro Terán recordó el amor de Jesús manifestado a través de su pasión, muerte y resurrección, y afirmó que «lo primero que Jesús mira en la multitud no es el pecado, no es la condición social de la gente; lo primero que ve es su sufrimiento, su dolor (…) Jesús les dice a los excluidos: ‘mi padre los ama. Y ustedes son importantes para mi padre’ (…) Por eso Jesús abraza a los leprosos, abraza a los pecadores (…) Lo importante para Jesús es la fe».

Siguió monseñor afirmando que «este viacrucis; más que una caminata, tiene que ser un examen profundo de conciencia para saber si de verdad hemos acogido la buena nueva de Jesús (…) Acompañar a cristo en el viacrucis, es una señal de que nosotros queremos seguir su camino».

Monseñor Terán también pidió la intercesión de San Juan Pablo II ante Cristo Jesús, por la renovación de la fe de toda la feligresía.

Finalizó pidiendo a los fieles que se dejen amar por Dios, que abran y enciendan sus corazones por amor a Dios para así llegar a la Pascua con una nueva manera de pensar, de perdonar, para resucitar con él el domingo a través del perdón y del destierro del odio y la amargura.

«Qué hermoso es llegar a Pascua de Resurrección con obras de fraternidad, de ayuda, con la reconciliación y cumpliendo uno de los más hermosos mandamientos: que nos amemos unos a otros, como él nos ha amado», dijo Monseñor Helizandro al finalizar la eucaristía enmarcada en la cuadragésima edición del viacrucis de la montaña.

Prensa Arquidiócesis de Mérida