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Julio César Centeno : Amenaza climática severa e inminente

por Redacción web

El reputado equipo de científico del Instituto de la Tierra, Universidad de Columbia, Nueva York, alerta sobre laaceleración del calentamiento global en su más reciente informe, fechado el 3 de febrero 2025. Señala no sólo que el objetivo establecido hace sólo un par de años, en la COP26 del Acuerdo de Paris en el 2021, de limitar el aumento de la temperatura media global a 1,5°C para finales de siglo, no sólo está muerto y enterrado. La temperatura media global superó 1,5°C en el 2024. Aunque la media del 2025 pudiera caer ligeramente por debajo de este límite, quedará irremediablemente en el pasado para el 2030 a más tardar.

La advertencia de la Universidad de Columbia señala además que el límite superior, el temido límite entre un calentamiento global peligroso y uno catastrófico, el de los 2°C, sobre el que tanto ha advertido el Panel de Expertos en Cambio Climático de la ONU (IPCC), se superará irremediablemente en menos de 30 años, para el 2050 a más tardar.

El sistema climático del planeta se embarca así en una salvaje montaña rusa, sin barreras ni cinturones de seguridad. Las consecuencias serán imposibles de describir con una conciencia tranquila. Nuestros hijos se preguntarán por qué los traicionamos de manera tan vil, cuando todavía se podía hacer algo para evitarlo.

El informe alerta sobre la evidente aceleración del calentamiento global a partir del 2010, demostrando con contundencia el error de quienes por años han insistido en proyecciones lineales. La ruta trazada por datos científicos incuestionables conduce hacia un aumento exponencial en la temperatura del planeta, arreando a la humanidad hacia condicional severamente adversas a la sobrevivencia humana en la mayor parte del planeta.

Es justamente en estas deplorables circunstancia que Donald Trump, el nuevo matón del barrio mundial, denigra de la ciencia del calentamiento global, retira a Estados Unidos del Acuerdo de París, anuncia la explotación sin límites de combustibles fósiles, lanza sus perros de ataque contra la Agencia de Protección Ambiental (EPA), contra la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), contra la Administración Nacional Aeronáutica y Espacial (NASA), y contra cualquier otra iniciativa involucrada en la investigación sobre el calentamiento global.

El planeta Tierra acaba de cumplir sus 4540 millones de años. Los humanoides lo hemos habitado durante apenas el 0.0004% de su historia, no más de 2 millones de años aun si incluimos a nuestros ancestros más antiguos. La mayor parte de este tiempo pudimos convivir, de manera razonablemente armónica, con otras especies y con nuestro entorno natural.

Pero en los últimos 200 años, en apenas un instante equivalente a solo 8 segundos de un año cósmico, los humanos se dedicaron a escarbar en las entrañas de la Tierra para extraer y consumir combustibles fósiles, primero carbón, luego petróleo y gas. Se volvieron rápidamente adictos a este consumo, escarbando cada vez más profundo, por cada vez mayores cantidades, para saciar su creciente dependencia adictiva.

Así, actuando como una enloquecida bestia irracional, ha provocado condiciones atmosféricas que amenazan no solo su propia existencia, la de sus hijos y nietos. Están además provocando la desaparición de la mayor parte de las otras especies con las que comparten el planeta.

La Tierra, Gaia, indudablemente sobrevivirá esta agresión suicida y estéril de una de sus millones de especies de seres vivos, una de las que han prosperado bajo su protección. La Tierra no necesita de los humanos, especialmente cuando se comportan más como un molesto parásito que como parte integral de la red vital planetaria.

Hay quienes niegan el calentamiento global argumentando que en la Tierra se han registrado cambios atmosféricos durante toda su historia, con temperaturas con frecuencia muy superiores o inferiores a las actuales, que todo es parte de un ciclo natural al que no debemos temer. 

Nadie niega que ese sea el caso. Los humanos sobrevivieron temperaturas medias cerca de 2°C por encima del promedio de la época preindustrial hace apenas 125.000 años, cuando el nivel del mar se encontraba unos 7 metros sobre el que conocemos. Sobrevivieron también la última edad de hielo, hace apenas 20.000 años, cuando la temperatura media global cayó cerca de 5°C, el nivel del mar se precipitó 120 metros por debajo del que conocemos, y lo que hoy conocemos como Canadá y la mitad norte de Estados Unidos y Europa se encontraban cubiertos por mantos de hielo de un par de kilómetros de espesor. Fue precisamente en ese entonces que los humanos pudieron caminar desde Europa al continente Americano, atravesando lo que hoy conocemos como el estrecho de Bering.

No se niegan los severos cambios que se han registrado en las condiciones atmosféricas de la Tierra en épocas pasadas. Sobre lo que se advierte es la modificación de las condiciones atmosféricas a niveles hostiles para la sobrevivencia de la mayor parte de la humanidad. Con un aumento en la temperatura superficial promedio de 2°C para el 2050 y de 3°C para el 2100, como lo pronostica la mayor parte de la comunidad científica internacional, incluyendo al IPCC, la mayoría de los humanos localizados en el cinturón tropical del planeta no podrá sobrevivir, especialmente los localizados más cerca del ecuador y mas cerca del nivel del mar. Se encuentran así amenazadas, a corto plazo, las condiciones de habitabilidad de una porción del planeta donde viven hoy cerca de 3.400 millones de personas.   

Los humanos se auto describen como inteligentes y sabios. Sin embargo, en el escaso tiempo que han existido en este punto azul, han destruido entre un tercio y la mitad de los bosques naturales que existían a inicios del Holoceno. Han destruido a la mayoría de las otras especies de mamíferos que existían sobre la Tierra, con especial saña contra sus parientes más cercanos. Han contaminado la mayoría de los ríos y el océano. Han contaminado el aire que respiran, el agua y los alimentos que consumen. Han utilizado su presunta inteligencia para introducir agujas y otras micro partículas de plástico en sus propios cuerpos, en sus propios sistemas respiratorios y digestivos, en su sangre, en sus corazones y sus cerebros, aún en la placenta de sus mujeres, como si trataran de contaminar con partículas de plásticos a sus propias crías antes de nacer.  

Entre los impactos de su comportamiento, han también elevado la temperatura media del planeta a niveles alarmantes. Como consecuencia de la actividad humana, el 2024 fue el año más caliente de los últimos 120.000 años, con un promedio anual de 1,5°C por encima del promedio de la época preindustrial. En enero 2025 se registró una anomalía promedio de 1,7°C, el enero más caliente que se haya conocido en la historia de la humanidad.

 El Instituto Nacional de Meteorología (Inmet) de Brasil advirtió esta semana que en Río de Janeiro la temperatura podría alcanzar los 40°C, lo que con una humedad de hasta el 80%, generaría una sensación térmica del 62°C. Los estados de Río de Janeiro, Río Grande do Sul, Minas Gerais, Bahía, Pernambuco y Piauí han sido declarados en estado de alerta.

Estas condiciones, hoy excepcionales, se convertirán en la norma a muy corto plazo. Lo más conveniente no es ignorar las advertencias, cada vez más alarmantes y recurrentes, sino  educar y preparar a la población ante la amenaza en ciernes y contribuir con el esfuerzo mundial por aliviar los impactos del calentamiento global antes de que sea demasiado tarde.

Jc-centeno@outlook.com

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